Tras la espesa
noche me encuentro
entre una
selva de troncos castaños
Perdido
entre la fragancia de la luna.
Abriendo pétalos
al compás de mí andar.
Camino oculto,
desenredando esencias furtivas.
Busco en el
sendero, un oasis oculto.
Largo
recorrido que hay que hacer,
bajar tras
las montañas, hasta la llanura del ser.
Tras la
selva nocturna, dos lagunas se asoman.
Bello
reflejo de la luna en las aguas cristalinas.
Beldad
concebida en dos lágrimas del cielo.
Fea imagen
reflejada en dos eternos espejos.
Bajas de
las lagunas a dos cavernas benditas.
Hermosas
madrigueras de la vida continúa.
¡Cuántos
seres no se han de postrar!
¡Cuántos no
han de hallar en ti refugio!
Tras
recobrar fuerzas a proseguir me aviento.
Fugaz
geiser el que me encuentro, cuyas aguas vida acarrean.
Aliento efímero
que me inspira,
llanto
eterno por fundirme entre tus grutas.
Partir del
geiser debo, pues prohibido por el cielo me ha sido.
Camino
errante entre el olvido, bajando la suave pendiente.
Me dirijo
en un camino sin mucho desvío.
Veo en el
horizonte, asomarse el sol entre las dos montañas.
Corro con
locura a los pies de tan bellas elevaciones,
creadas por
la mano divina, esperando a ser conquistadas.
En medio de
un desierto se erigen, como dos bellos monumentos
Suave
terreno por el que ando, detrás el cansancio ha quedado.
Hundo mis pies
en las montañas, no quiero perder el rastro.
Camino con
cautela y temor, pues no quiero causar aquel castigo previsto.
Como
caballero a su doncella, llego a la cima a contemplar el abismo.
Tomo del
agua de las fuentes de la juventud.
Largo
desierto el que me espera, a llegar a mi objetivo.
Bajo las montañas
con una nostalgia indescriptible,
miedo de
separarme de la belleza esculpida.
Ando
errante en el sendero de pasiones discretas.
Tras
caminar un poco, a mis pies se muestra el pozo.
Marca divina
donde algún día hubo vida.
Trasporte
creado, de esencias indispensables.
Huella de
un antecesor, cuya creación es exaltada.
A lo lejos se
divisa el oasis, bella marca, distinción abnegada.
Suave
caudal de deseos y pasiones, donde anidan todas las emociones.
Apresuro mi
paso, erguido y sin desdén.
Fundirme
entre sus aguas es mi ardiente deseo.
Sed
inquebrantable, al fin a hallado su descanso.
Aligero la
carga y me pierdo entre sus paredes.
Descanso a
la orilla del mar, esperando a la musa de mis sueños.
En cuanto
salga, preciosa como el olvido, un solo ser habremos de ser.
Cuán imagen
divina, la dama del lago se postra ante mi
Camino
sobre sus aguas, hasta tocar su tersa piel.
Abrazados
en un sueño eterno, comenzamos a perdernos.
Me adentro
entre sus aguas, adiós oasis perdido, hoy has sido mio.
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