sábado, 27 de noviembre de 2010

Fuego...


Vaya elemento que nos ha dado la naturaleza. Sus bellos colores me fascinan. El calor me calienta en las frías noches de invierno. Alumbra mi alrededor cuando todo lo demás esta oscuro. Puedo quedarme viendo al fuego por largos periodos de tiempo. Me encanta perderme entre sus llamas y dejar que mi alma se funda con su intensidad. Por esta razón es que me encantan las fogatas. Puedo pasar horas alrededor de una mirando como el fuego consume la débil e inocente madera. En un bosque, en la noche no puedes ver más que la luna, las estrellas y el bello resplandor delante de ti. Yo considero al fuego mi elemento preferido. Lo pongo por encima de todos por su delicadeza y su intangibilidad y aun así, puede llegar a ser devastador. Me encantaría fundirme entre sus llamas y danzar a su lado por siempre consumiendo todo a nuestro alrededor. Todo esto, claro está, es algo meramente metafórico.

Hoy me levanté con un calor inmenso. Me encuentro empapado en sudor. No escucho ningún ruido a mí alrededor, ni parece haber ningún movimiento. Desde hace tiempo que he cambiado de hogar y ahora me encuentro vagando de lugar en lugar para encontrar un cuarto que pueda llamar mío, pero esa es otra historia. No sé si me he despertado de una pesadilla o de un sueño, ni siquiera sé si estoy despierto del todo. Dudo mucho en levantarme, así que nada mas me quedo tendido sobre la extraña cama. Me quedo mirando al abanico que da lentas vueltas sobre mí tratando de recordar el sueño que tanto me ha exaltado. Todo se torna rojo y siento un calor inmenso alrededor de mí, como si me estuviera quemando, pero no logro recordar nada. Trato de moverme poco a poco para intentar salirme de la cama. Me siento atrapado por paredes que me rodean. Lucen un color vívido y extraño, no me les puedo acercar porque siento que me quemo. Sigo pensando y mientras más lo hago, siento que más me hundo en la cama, haciendo casi imposible mi movimiento. Sigo viendo imágenes al azar en mi cabeza tratando de recordar algo. Entre todas estas ilógicas visiones logro reconocer una muy familiar. Es una imagen de ella. Ahora lo recuerdo, la maté.

Hace tanto tiempo que no la veo. La extraño demasiado. La última vez que la vi fue en un aeropuerto, nos despedíamos. Sabía que al dar los primero pasos por esas escaleras de metal no había marcha atrás, pero no sabía cuanto iba a doler. Día tras día sigo pensando en ella. Noche tras noche no he podido dejar de soñarla. Un final feliz que hasta ahora solo existe en mis sueños. Una vida utópica que me parece imposible alcanzar. Si tan solo ella estuviera aquí, mi vida estaría completa. Soy feliz, pero de qué sirve la felicidad si no tienes con quién compartirla. Escribo cartas al viento con la esperanza de que lleguen a un destinatario. Escribo para que mis palabras sean esparcidas por los cuatro vientos y todo el mundo pueda ser testigo del amor que le tengo. Probablemente seguir pensando en ella sea doloroso, llámenme masoquista, pero sería una peor tortura no tenerla en mi mente. Hay algunos pensamientos que me guardo porque me da pena compartirlos. No creo que alguien me logre comprender. Entre tanta modernidad hemos ahogado el verdadero sentimiento del amor. Tal vez porque muchos le tienen miedo, temor a salir herido. Por ahí dicen, si juegas con fuego te vas a quemar. Creo que eso fue lo que me pasó.

Sigo tendido en la cama revolcándome entre las almohadas intentando recordar que más pasó en mi sueño. Una lágrima recorre mi mejilla de tan solo pensar que he matado a la mujer que más quiero en mi vida. Hago mi mayor esfuerzo para averiguar porque lo hice. Mi mirada se torna roja y solo logro ver llamas a mí alrededor, llanto, sufrimiento y a ella. La veo alejándose de mí. Quisiera que estuviéramos juntos. Han pasado demasiadas cosas estos últimos meses que no sé como explicarlos, ni siquiera sé por donde empezar. Tal vez deba dejar eso para otro momento. Ahorita me quiero concentrar en ella. Porque ella es todo lo que existe para mí en este momento, siempre lo ha sido y así seguirá siendo. Cierro los ojos por un instante para hacer un esfuerzo más de saber lo acontecido. Estamos en una escalera ambos felices, ambos vivos. Vuelvo a despertar con una desesperación inmensa. Sigo sin saber lo sucedido. Daría tantas cosas por poder abrazarla de nuevo como lo hice en ese aeropuerto. De haber sabido que no la volvería a ver en años la hubiera abrazado más para impregnar mi alma con su esencia. Tan bello momento que logro recordar, una noche juntos, una luna alumbrándonos, una despedida con un abrazo corto, un beso efímero, un recuerdo permanente.

Recuerdo este lugar. No sé como se llama ni en donde se encuentra pero me parece muy familiar, como si ya hubiera vivido antes en el. Lo recorro solitariamente con el fin de encontrar a alguien conocido que me diga donde estoy. Camino sin ninguna dirección mientras todo se empieza a tornar brillante, como si la luz entrara por ventanas invisibles. Comienzo a ver gente pasar a mi lado tratando de esquivarme. Todos me miran decepcionados como su hubiera hecho algo malo. Sigo caminando sin darle importancia al momento. Entre toda la multitud logro ver su figura. Vestía un atuendo negro y tenía una mirada seria y fría. Camino hacia ella golpeando mis brazos con la gente que camina a mí alrededor. Llego hasta donde está ella y comienzo a hablar con ella. Hace tanto tiempo que no le dirigía la palabra, no sé que decirle. No sé si sus sentimientos hacia mi sigan siendo los mismos. Yo la sigo queriendo igual que el día que me enamoré de ella. No, la quiero aún más, porque ahora que he estado lejos de ella me he dado cuenta de cuanta falta me hace. Abro mis labios estúpidamente tratando de balbucear unas cuantas palabras hacia ella. Un hola es todo lo que me sale. No parece haberle importado pues seguimos hablando de manera usual, como si nada hubiese sucedido. Sigo pensando en mi mente si ella aún me quiere. No lo puedo evitar, es algo que me consume desde adentro, maldita duda.

Lo más correcto hubiera sido continuar con la platica con un ¿cómo estás?, pero como mencioné antes, fui estúpido. Seguimos caminando paralelos, ella seguía con su mirada fría y yo con mi duda consumidora. Después de avanzar unos cuantos metros más llegamos a un aposento hermoso, lleno de hermosos recuerdos y de bellas cosas. Al llegar ella se detuvo súbitamente y dirigió la conversación hacia mí. Me dijo que debía incendiar el lugar. Yo me quede sorprendido, no sabía que decir. Continué con la conversación. Le dije que por favor no lo hiciera. Hay tantos recuerdos concentrados, que incendiar el lugar, sería quemar nuestro pasado. Seguimos callados por un momento y ella me dijo que tenía que hacerlo. Nos despedimos y cada quien se fue por su lado. Me quedé pensando en lo que había dicho y porqué tenía que hacerlo. No podía dejar que sucediera, no dejaría que nuestro pasado fuera consumido entre el calor del fuego.

Las imágenes siguieron trascurriendo en mi cabeza sin saber que orden llevan. Parece que ha pasado un día desde nuestro encuentro. Regreso a aquel hermoso aposento. Me siento en medio del lugar y espero a que ella llegue. Sabía que vendría, esperaba convencerla de que no lo hiciera. Fijo mi mirada hacia la puerta esperando a que llegue. Pasan los segundos y la veo parada debajo del marco de la puerta. Antes de que alguien hiciera algo, comenzamos a hablar. Le pedí por favor que se detuviera de hacer esto. Ella me respondió que lo lamentaba, pero era algo que debía hacer. Seguimos discutiendo acerca del tema por un largo rato más. Tenía una pregunta más que hacerle. Debía salir de la incertidumbre. Debía matar de una buena vez aquella maldita duda que me atormentaba. ¿Aún me quieres Niche? Vaya sensación que me recorrió al hacer esa pregunta. Sentía tanto miedo por no saber que respondería. Un breve silencio se apoderó de la escena y al final respondió, sí. Un bienestar sin igual recorrió todo mi cuerpo mientras estaba sentado. Ahora intentaría usar eso para disuadirla de hacer lo que tenía que hacer. Le dije que si me quería que por favor no lo hiciera. No pensaba moverme del centro, no iba a dejar que nuestro pasado se fuera ahogado en tan hermoso y destructivo elemento. Me pidió perdón una vez más y se dispuso a hacerlo. Mostré una cara de decepción y tristeza. Levanté mi mirada hacia ella y le volví a pedir por favor que no lo hiciera. Una vez más ella dijo lo siento, te quiero, pero debo hacerlo. Lanzó una llamarada combinada con una especie de bomba. Todo se torna rojo. ¿Por qué? Caigo al suelo. Desesperadamente trato de levantarme ¿No me quieres más? Llamas alrededor del lugar. Se desvanece nuestro pasado. ¿A dónde iré? Todo se está consumiendo. Veo el techo carcomerse entre las llamas. Cierro los ojos. Es lo último que recuerdo, el ardor del fuego rodear mi cuerpo quemándome el alma. Adiós.

No sé que me duele más, haber sido consumido por el fuego o saber que no lo importó quemarme con tal de cumplir su objetivo. Todo se encuentra negro. No puedo moverme. No veo absolutamente nada. No siento nada. ¿Habrá sido una mentira? No puedo dejar de pensar en lo sucedido, al menos es lo único que puedo hacer. No sé donde estoy ni sé si regresaré a algún lugar. Todo se ha ido. Como dije antes, jugar con fuego te puede quemar. Quererla fue mi decisión no me arrepiento de hacerlo. La quiero demasiado. A pesar de que he tenido que pasar por el dolor de aceptar que estamos lejos, sé que algún día estaremos juntos. Supongo que más que el ardor de mi piel siento el ardor dentro de mí, como si algo consumiera mi alma. Así es el amor. Una vez que estás dentro te empezará a consumir lentamente. Sabes que habrá alegrías, pero también tristezas, emociones y decepciones, todo junto son caras de un mismo dado. No puedo olvidar lo sucedido. Debe de haber una razón.

Poco a poco comienza a haber luz en mi mundo. Parece que no he muerto. Puedo sentir mis extremidades intactas, como si nada hubiera pasado. Empiezo a escuchar demasiado ruido a mí alrededor, sigo sin saber donde estoy. Poco a poco la imagen delante de mis ojos deja de ser borrosa. Me encuentro en unas gradas de madera viendo un juego sin importancia. Veo mis piernas y mis brazos, siento mi cara. No parece haber ninguna herida. Me pregunto que ha pasado y dónde está ella. A mi lado se encuentra un señor desconocido para mí. No le pongo mucha atención debido a que sigo sumergido en mis pensamientos. Después de un poco comienza a hablar de un incidente en un salón. Había sido consumido por las llamas y ahora no queda nada de él. Me da tanta tristeza el saber que en realidad ha sucedido, pero me da curiosidad cómo salí vivo de ahí, si es que sigo vivo. Sigo escuchando la conversación del señor. Mencionó que alguien había sido rescatado de la explosión milagrosamente. Ese debí ser yo. Aún no sé cómo, pero carece de importancia. Sigo oyendo lo que dice. Mencionó que la responsable era una mujer. No sé porque le dije lo siguiente, pero lo hice. Yo la conozco. Me volteó a ver y me preguntó si era verdad. Le respondí que sí. Volteó su mirada a uno de sus bolsillos y sacó una pequeña pistola negra bien pulida. Me la puso en la mano y me dijo que fuera a hacer justicia. ¿Qué? Ahora tengo que matarla.

Me levanto de las gradas sorprendido. Comienzo a caminar hacia la salida del lugar. Observo la pistola puesta en mi mano derecha y me pregunto si en verdad voy a hacerlo. Primero debo encontrarla. Escondo la pistola debajo de la manga de mi suéter gris para que nadie la vea. El lugar estaba repleto de personas y era peligroso que yo la anduviera exhibiendo para todos lados. Seguí caminando entre la multitud dudoso y con un temor indescriptible. De nuevo sigo chocando mis brazos contra cuerpos errantes en un pasillo oscuro. Volteo para todos lados intentando encontrarla. Sigo poco a poco con tanta ansiedad. Siento mi mano derecha sudada por sujetar la pistola. Levanto un poco mi mirada y logro ver un vestido azul, es ella. Levanto mi mano en su dirección e intento apuntar bien mi objetivo. No puedo. Hay demasiada gente a mí alrededor. Uso eso como excusa, pero la verdad es que mi dedo se paralizó detrás del gatillo. La gente no me importa, nunca me ha importado. Bajo mi mano lentamente cubriendo la pistola y continuo en su dirección. Esquivo a cuantas personas me es posible pero me es difícil por la multitud. Camino hacia delante con tanto miedo. No lo puedo evitar. Llega a un salón desolado y empieza a subir unas largas escaleras. No hay nadie. Es mi oportunidad. ¿Podré hacerlo?

Corro rápidamente para detenerla antes de que suba al segundo piso. Escondo la pistola para que no se dé cuenta de que voy armado. Llego hasta donde está ella casi sin aire. Intento recuperarlo poco a poco. Ella me observa y me pregunta si estoy bien. Le respondo que sí. Comienzo a hablar con ella de nuevo. Se ve hermosa. Un vestido azul turquesa destellante es el que trae puesto. Una sonrisa encantadora de par en par. Unos ojos hipnotizantes que no dejan de observarme. Una mirada inocente que me sigue para todos lados. No puedo hacerlo. ¿Aún me quieres? Sí. Eso me saco de mi lugar. Sigo pensando en lo que ella me hizo. ¿Me estará mintiendo? No sé. No le recuerdo el incidente, solo sigo hablando con ella. Yo también te quiero. Te he extrañado demasiado estos últimos meses que no he podido dejar de pensar en ti. Lo único que pasa por mi mente es que podamos estar juntos de nuevo. Sé que han sido difíciles estos días de separación, pero al final podremos estar juntos y nadie nos va a separar. La abrazo fuertemente con ambos brazos intentando no tocarla con la pistola. Levantamos el rostro y nos damos un beso en los labios. Es lo que había estado esperando por tanto tiempo y ahora se ha hecho realidad. Ahora lo entiendo, ella tenía razón. El pasado ha quedado atrás, ahora nuestra historia será escrita. No hay que mirar atrás, pues todo lo que queda es… ¡Bang! Lo hice.

Dejo caer la pistola por la escalera mientras seguimos abrazados para que no se dé cuenta. Hace un ruido escandaloso por el eco del lugar. Ella se estremece y me pregunta qué ha sido ese ruido. Le respondo que solo se ha caído algo del segundo piso. Me alegra no haber tirado del gatillo. De haberlo hecho todo se hubiera ido por un tubo y nuestros sufrimientos habrían sido en vano. Ahora estamos juntos y nada nos podrá separar. No habrá llamas que nos puedan alejar. Solo existirá nuestro fuego que consumirá todo a su paso mientras nuestras almas bailan como una sola. Nos despegamos poco a poco de nuestro abrazo. Ambos mostramos una sonrisa de par en par por lo que ha sucedido. Continuamos subiendo las escaleras con las manos agarradas y entramos a nuestra siguiente habitación, a nuestra historia.

Me hubiera encantado que la historia terminase así, lamentablemente todo es mentira. Mi dedo se encuentra completamente sumergido en el gatillo. El olor de pólvora se muele por todo el lugar. No puedo creer lo que he hecho. ¿Por qué lo hice? Me quedo atónito por lo acontecido. Estoy paralizado por ese estruendoso ruido que no para de sonar en mi cabeza. Cae su bello cuerpo sobre mis pies inerte. La sangre empieza a recorrer los escalones bajando lentamente hacia el primer piso. Caigo al lado de ella y la abrazo. No puedo evitar llorar amargamente sobre su rostro. La quiero tanto. ¿Por qué lo hice? Ahora me arrepiento más que cualquier otra cosa que haya hecho en mi vida. Mi amor, mi cariño, mi vida se ha esfumado entre el pestilente aroma a pólvora, maldita pistola. Sostengo su hermoso cabello teñido de rojo sobre mis manos. Veo sus hermosos ojos castaños dilatados fijos en mí, como si vieran hacia adentro de mí ser. Una terrible sensación me inunda. No puedo evitar arrepentirme tanto que las lágrimas me duelen. Por más que quiero regresar el tiempo no puedo. Lo hecho, hecho está. Me duele tanto el corazón. Siento que estallo en llamas por dentro. Esa sensación de ardor que hace poco sentí en el exterior ahora lo siento internamente tratando de salir por mis poros. ¿Por qué? Una pregunta que jamás será respondida. Tendida en mis brazos le dedico mis últimas palabras. Te quiero Niche y siempre lo haré. Perdón por lo que he hecho, no fue mi intención, no sé que me pasó. Tengo tantas ganas de abrazarte una vez más y sentir tu calor. Quiero probar tus labios una vez más, perderme contigo en un vals que solo sonaba para nosotros. No sabía lo que tenía hasta ahora que te encuentras lejos de mí. No ha pasado mucho tiempo, pero te extraño como si ya hubiera pasado una eternidad. Lamento haberte dejado en las manos del destino, pero te prometo que te buscaré por todos lados. Te prometo que un día te encontraré. El destino nos devolverá el tiempo que por naturaleza es nuestro y volveremos a estar juntos. Te prometo que por siempre te querré.

No puede acabar así. Abro los ojos súbitamente con un temor inmenso. Sigo sobre mi cama empapado de sudor. Me quedo pensando en lo que ha pasado. ¿Qué significa? No puedo moverme para ningún lado. Me siento atrapado entre sábanas y almohadas. Me estiro lo más que puedo para intentar sujetarme de algo y poder salir de aquí. Mis esfuerzos son inútiles, solo la desesperación crece más y más. Me doy por vencido. Fijo mi mirada al abanico blanco que gira sobre mí incapaz de apagar el tormento en el que me encuentro. Pierdo mis ojos en cada oscilación que da. Siento que caigo en un espiral interminable. Hace tanto tiempo que no la veía y ahora ha desaparecido de esta manera, una despedida indeseable. Después de todo, eso es el amor. Es un constante tormento cuando se esta alejando de él. No puedo dejar de pensar en la persona que más quieres. Sientes como se carcome tu ser a cada segundo que pasa. Los días se hacen eternos y caminar por las calles solo es como caminar sobre brasas ardiendo. Todo se ha consumido. Ahora solo queda esta pequeña chispa de amor hacia ella que nunca se extinguirá.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 
Quédense atrás... - Blogger Templates, - by Templates para novo blogger Displayed on lasik Singapore eye clinic.