De nuevo te veo bendito
demonio en llamas perdido.
Te paras frente a un amante herido.
Conversas con el viento vanas palabras.
Tu piel nunca más tocará.
Ahuyentas a quiénes se acercan,
pues tu figura se distorsiona.
Solo queda el humo de tu ilusión.
De nuevo te veo bendito
demonio erguido con brazos abiertos.
¿Quién te habrá de abrazar?
Si Midas te ha dejado su maldición.
Incineras a quiénes te buscan.
Llamaradas lanzas en contra
de aquellos con nobles pasiones.
Los celos te consumen, pobre alma.
Exhalas tu último aliento
deseando detener al caballero.
Arrancas la piel de tu boca.
Nunca más besarás, labios rendidos.
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